LA ACADEMIA PERDIÓ A SU MAESTRO

Murió don Roberto Paz Limpias, uno de los dirigentes que más quiso y más hizo por Blooming a lo largo de la historia de los celestes. Quien le dio el impulso para crecer como club, gracias a su visión emprendedora y estirpe ganadora, y también a su generosidad, porque si hubo una persona que puso plata de su bolsillo para ayudar a la academia, fue él.
Me enteré de la triste noticia esta mañana en el programa de Carlos Valverde, y la primera imagen de don Tito Paz que se me vino a la cabeza fue la de un hombre que reía con una carcajada contagiosa. Porque era así, un hombre de chispa y buen humor, al que no le faltaba una ocurrencia o una broma.
A Carlos, un orientista de cepa, se le hizo un nudo en la garganta cuando habló de él, a quien conoció de cerca y estimaba mucho. Es que don Tito se ganó el respeto en el ambiente del fútbol por su don de gente, por su capacidad y habilidad como dirigente, y porque convirtió a Blooming en una institución importante, de las más grandes del país.
Amaba a su club como pocos. "Dejar Blooming es como perder un hijo", me manifestó en una entrevista que le realicé a mediados de los años 90, cuando dejaba la presidencia de la Academia después de casi veinte años de ejercicio.
Con él al frente, Blooming empezó a hacerse fuerte. Contrató excelentes jugadores, armó grandes equipos y llegaron los éxitos: la clasificación a la Copa Libertadores de América y el título de campeón en 1984.
Tenía buen ojo para elegir jugadores. Futbolista con condiciones que aparecía y su oferta no se hacía esperar para llevarlo a la Academia. Así contrató a un desconocido Milton Melgar, al codiciado goleador Juan Carlos Sánchez, Silvio Rojas, el barbado Rolando Coimbra, los cochabambinos Gastón Taborga, Edgar Castillo y Eduardo Terrazas, Eduardo Villegas, los juveniles Juan Manuel Peña, Jaime Moreno, y muchos otros más.
Revolucionó el mercado boliviano trayendo al talentoso mediocampista Ángel Guillermo Hoyos, de Talleres de Córdoba, suplente de un tal Diego Maradona en la selección juvenil argentina en 1979. También buscó al brasileño Clodoaldo, campeón con Brasil en México 70, aunque no se quedó mucho tiempo por una lesión. Al Mono Guibaudo y a Zimmmerman, ex Racing e Independiete de Argentina, a la Bruja Baldessari, al cordobés Pancho Rivadero (padre), al uruguayo Julio César Balerio (que después se fue a Perú y atajó para la selección de ese país), Quique Vidallé, y el peruano Martín Duffó, por citar algunos.
Tampoco escatimaba recursos a la hora de los entrenadores. Por eso llegaron cotizados como Nito Veiga, Roberto Marcos Saporiti, Juan Carlos Montes (sí, el que hizo debutar a Maradona en Primera División), Humberto "Bocha" Maschio, Cacho Silveira, y Carlos Biasutto.
Ah. Además compró los terrenos de su hermosa y envidiable sede social, con los ingresos por la venta de derechos de televisión de los partidos con Flamengo y Gremio por la Copa Libertadores de 1983.
Fue el hombre visionario que trazó el camino y dejó un legado. Por eso creemos que la academia celeste perdió a su mejor maestro. Adiós, don Tito.

* Foto El Deber.