En el fútbol cruceño hubo un tiempo que fue bueno, al menos mucho mejor que el actual, y en el cual mucho tuvo que ver gente que vivía para el fútbol (y no del fútbol), que proyectaba a sus clubes con optimismo y grandeza.
Me vinieron a la memoria aquellos buenos tiempos del fútbol cruceño en la década de los 80, escuchando a Miguel Antelo, Marcos Peredo, Walter Castedo, referirse a don Tito Paz, el puntal de aquella generación integrada por muchos jóvenes como ellos.
Era una dirigencia visionaria, vital, entusiasta y querendona de sus clubes, liderada por el desaparecido dirigente celeste. Tenía voz y voto, además era generadora e impulsora de importantes iniciativas.
El fútbol cruceño se hacía sentir dentro y fuera de la cancha, en el campo con equipos bien conformados y fuera de él con dirigentes que defendían a muerte sus clubes, pero que a la hora de unir fuerzas por la región, actuaban en bloque, casi sin fisuras, con planteamientos oportunos e inteligentes.
Eran tiempos en los que Blooming contaba, entre otros, con Tito Paz, Marcos Peredo, José Ernesto Zambrana; Oriente tenía al propio Choco Antelo, a Dicky Roca, Vladimir Chávez, Pepe Requena y Carlos Valverde; Real Santa Cruz a Osvaldo Gutiérrez y Nacho Talavera; Destroyers a Lorgio Blanco y Walter Castedo.
Algunos de ellos hicieron escuela y sus clubes se lo agradecen, tal el caso de Blooming con Tito Paz. Otros como Choco Antelo volvieron, en este caso a Oriente Petrolero, para ponerle el hombro a su club.
Real Santa Cruz, Destroyers y Guabirá sufren una crisis dirigencial porque los que sucedieron a los ya nombrados, al parecer se olvidaron que el club tiene que estar por encima de las ambiciones personales y que la unión hace la fuerza.
La realidad es esta, cada vez hay menos dirigentes formados por los viejos maestros, muchos de ellos generosos mecenas que aportaron con plata y sabiduría.
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