Blooming y José Alfredo Castillo luchan por recuperar el tiempo perdido. La Academia intenta volver a ser un equipo sólido y confiable de otras épocas, y el Negro Castillo trata de reencontrar al delantero implacable que supo convertirse en el goleador del planeta fútbol.
Ambos se necesitan y van de la mano. Castillo requiere de un equipo que lo ayude generando juego y situaciones de gol, y Blooming de un artillero que le permita enderezar el rumbo en momentos complicados.
Ayer, ante Oriente, mostraron algo de eso. El delantero con el gol de la victoria en un partido cerrado y duro, y poniendo en evidencia que se siente más cómodo, motivado, entusiasta, dispuesto al sacrificio y que va encontrando su hábitat natural, donde era temible, el área. Y, animal del gol al fin, el olfato, ese don que poseen los goleadores de cepa y que los ayuda a capturar pelotas que otros las dan por perdidas.
A Blooming le falta volumen ofensivo, es cierto, sin embargo, no dejó solo a Castillo. Poco a poco va sumando juego y más gente al ataque y Akerman puede convertirse en un buen socio por la facilidad que tiene para enviar centros, lo mismo que Álvarez y Zabala.
A las ganas de Castillo le sumó el esfuerzo de Chávez, el oficio de Gómez, la solvencia de Cotoca González, el temperamento de Imperiale, la salida prolija de Zabala y la actuación oportuna de Jemio.
Blooming y Castillo tienen mucho por recorrer en su cometido de ser los de antes, pero van por buen camino. De esa manera, tratando de ser los de otros tiempos, controló a Oriente y le ganó el clásico.
* Foto El Día.
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