Si algo necesita Blooming en estos momentos de crisis, es recuperar la esencia de un fútbol que supo practicar a lo largo de su historia y que fue el motivo de su mote de "academia". Es decir, darle tanto valor al juego como al "huevo", a la técnica como al esfuerzo y al empeño. Hoy le cuesta retornar a las fuentes porque extraña jugadores que impongan el estilo de juego atildado, que corran un poco menos y piensen un poco más, que jueguen más la pelota al pie y menos al pelotazo dividido, que prioricen el pase al compañero a la acción individual que deriva en anarquía colectiva.
Ese extravío tiene que ver con la ausencia de liderazgo futbolístico.No tiene en este momento jugadores que marquen la pauta (y la pausa), que sean voz de mando en cada línea para ayudar a ordenar y no extraviarse en los momentos complicados. Aunque vale reconocer que algo de esto último tuvo en el encuentro de Guabirá, especialmente a partir de la reacción de Goméz, su capitán, y, casualmente, la historia del partido cambió.
Como que a la academia le hacen falta más minutos en cancha jugadores como el Cabezón Mojica, Cacho Hurtado, el paraguayo Villalba, poseedores de muy buena técnica. Priorizar más el buen pie que los buenos pulmones.
Si el medio campo controla la pelota, la defensa se verá beneficiada con esto, no tendrá tantos desajustes que muestra al estar siempre exigida porque es el rival el que está siempre en posesión de la misma y, al contar con mayor tiempo para reacomodarse, podrá disimular falencias individuales que la convierten en un sector vulnerable.
De esa manera, siendo fiel a sus genes futboleros, llegó a ser lo que es y ganó muchos clásicos.
* Foto El Día
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