Dos zapatazos, dos golazos, y pare de contar. Blooming y Oriente se dejaron llevar por las emociones y acabaron brindando un clásico que entrará en la historia por la espectacularidad de los goles anotados por Aguirre y Gómez, pero sobre todo por su desprolijidad y la cantidad de expulsados.
Oriente pudo haber ganado porque jugó un poco mejor, especialmente en el manejo de la pelota, pero no supo definirlo cuando Blooming estaba para la estocada final tras el golazo de Aguirre y, acto seguido, la expulsión de Robles. Careció de determinación para cerrar el partido y resignó dos puntos.
Blooming, agradecido primero con la falta de convicción albiverde para liquidar el pleito y luego con la infantil reacción de Molina que dejó a los dos con diez. A partir de este momento, la academia se animó, suplió defectos (desorden, imprecisiones) con ambición, y empató el partido con el zapatazo de Gómez.
Oriente acabó con ocho jugadores (fueron expulsado Gaitán y Zabala, además de Molina), el partido se desnaturalizó, y el árbitro Saucedo lo acabó lo antes posible, sin tomar en cuenta los varios minutos demorados por las expulsiones y otras sanciones.
* Foto El Deber
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