Brutal. No le cabe otro calificativo a la agresión de Sergio Jáuregui al uruguayo Leonardo Medina en el clásico cruceño de ayer. El zaguero de Blooming fue victima de su intemperancia y agredió al delantero de Oriente con una patada voladora en el cuello.
La supuesta provocación y el golpe de Medina a Jáuregui en la jugada previa a la expulsión de ambos, no sirven como justificación a la descabellada y salvaje acción posterior del jugador de la academia.
Jáuregui merece una drástica sanción del Tribunal de Justicia Deportiva de la Liga, no quepa duda. Seguramente que el error le costará muy caro al temperamental futbolista celeste.
Lo que no cabe es la actuación del Ministerio Público en el ámbito deportivo. El fútbol tiene sus normas, y en la cancha la máxima autoridad es el árbitro. Un juez o un fiscal de distrito no tendría porqué actuar de oficio y ordenar meter preso a un futbolista, en este caso, a Jáuregui, por lo ocurrido en el campo de juego.
Una denuncia posterior contra el jugador agresor podría involucrar a la justicia ordinaria, aunque la FIFA no permite que esto ocurra, y en caso de que un club omita ello, impone severos castigos.
Habitualmente, en la jerga periodística futbolera, cuando un jugador comete una falta grave, se comenta en tono de broma: "roja y marche preso". Esta vez se quiso hacer eso, que Jáuregui esté entre rejas, además de ser expulsado y estar expuesto a un duro castigo.
No es lo mejor para el fútbol que los dirigentes vayan a otros ámbitos a "buscar justicia". Tienen que empezar a creer en sus instituciones, otorgarles la responsabilidad que tienen y comprometerlos con sus obligaciones. Los actores del fútbol serán testigos y jueces de los actos de quienes tienen que aplicar las reglas del fútbol boliviano.
* Foto El Deber
No hay comentarios:
Publicar un comentario