Lamentable lo de Sergio Jáuregui, sí, como se repite hasta el cansancio. Pero también estuvo mal lo que hicieron los jugadores de Oriente Petrolero al final del clásico, agredir a un hincha de Blooming que los habría provocado y apedreado el micro que los transportaba.
Que alrededor de quince personas agarren a golpes a una persona provocándole lesiones y heridas es, simplemente, un acto de cobardía y un abuso que tampoco tiene ninguna justificación.
Es censurable que se critiquen las reacciones salvajes del vecino y se pretenda encontrarle motivo a las brutalidades que nos tienen como protagonistas, tal como ocurrió con la dirigencia de Oriente.
Peor todavía es que Marcelo Aguirre, identificado como uno de los principales agresores del hincha de Blooming, declare en algunos programas de televisión, con descaro y una media sonrisa, que "estuvo bien lo que hicimos".
Si lo de Jáuregui es imperdonable, lo otro es chocante. Jáuregui pidió disculpas; Aguirre, en cambio, se mostró cínico y arrogante. Qué pena.
Los dirigentes tendrán que ejercer su verdadero rol, de lo contrario, si continúan actuando como hinchas, no se pondrá freno a la violencia.
* Foto El Deber.
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