lunes, 12 de julio de 2010

EN EL NOMBRE DEL FÚTBOL

España, campeón mundial. Ochenta años para adjudicarse la Copa del Mundo. Era su hora, su año, su Mundial, por todo lo que había hecho en los últimos tiempos, principalmente por levantar las banderas del buen fútbol en un mundo exitista y resultadista en extremo.
El triunfo merecido del seleccionado español reivindica la estética en el fútbol, el buen trato de pelota, las buenas artes para doblegar al rival,
la simpleza y el valor de la pelota como elemento esencial en este juego. Demostró que cuando se juega bien se está siempre cerca del éxito.
España fue siempre fiel a sí misma. No cambió en ningún momento, pese a que no le fueron bien las cosas de entrada. Respetó su estilo, tuvo paciencia para sobreponerse a los malos momentos y para superar rivales de planteamientos mezquinos, hasta que se acercó al nivel de juego que lo consagrara como el mejor de Europa.
El rótulo de mejor del mundo lo recibió hacía varios meses, tras sus grandes actuaciones en el torneo europeo de selecciones, pero tenía que demostrar que los elogios no eran exagerados, y debía hacerlo en la gran cita del fútbol.
Y en Sudáfrica impuso su calidad. Nadie la superó en juego. Ni Holanda, que trató de neutralizarla a las buenas y a las malas, pero no pudo, soportando su tercera gran frustación en los mundiales.
¡Salud, España! En el nombre del buen fútbol.

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