Blooming hizo noticia hace unos días con el rumor que surgió sobre la probable contratación del atacante francés Robert Emmanuel Pirès, de 39 años, en el afán de armar un equipo sensación.
La verdad que llamó la atención lo de Pirès, un futbolista de renombre que paseó su calidad por equipos como el Arsenal y Aston Villa de Inglaterra y el Villarreal de España, aunque se sabe que su vida como jugador acabó el año pasado.
Sin embargo, lo curioso es lo que sigue. La actual dirigencia anuncia el posible regreso de Alejandro Gómez, que en julio cumplirá 34 años, y la probable continuidad del paraguayo Francisco Argüello, que esta a punto de celebrar su cumpleaños número 33, sumándose a dos grandes e imprescindibles valores de la academia como son el cordobés Hernán Boyero, de 33 años, y el golero Sergio Galarza, que en agosto festejará sus 38 años.
Si a todos ellos le sumamos a Joselito Vaca, que cumple 31 años en agosto, a Darwin Peña, que en el mismo mes celebra los 36, y podría quedarse en el cuadro celeste, y a Miguel Loaiza que tiene 30, Blooming tendrá un promedio de edad muy alto.
Al parecer, los nuevos dirigentes, que hacen algunas cosas con demasiados bombos y platillos, no se sabe si por excesivo entusiasmo o para distraer la atención de los verdaderos problemas que confronta su club, pasaron por alto el detalle de la edad y de que el fútbol es un juego donde la dinámica es un factor clave para tener protagonismo en el campo de juego.
¿Se imaginan lo que sería un equipo con un promedio de edad superior a los 30 años jugando en la altura? Con lo mal que le va a Blooming casi siempre, mejor ni imaginarlo.
Si los directivos no repararon en ello, todavía están a tiempo para darse cuenta o que alguien les haga notar que están por convertir a Blooming en un vejestorio, o como lo definiera el periódico Olé a Real Potosí en otras épocas, en un “Jurassic team” que los condenará al fracaso.
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