El Tanque, Juan Américo Díaz, primero el apodo y después el nombre completo, porque el atacante argentino de corazón boliviano fue tan popular en su época que alcanzaba con el apodo para referirse a él, un goleador de cepa.
La noticia de su muerte entristece porque se fue una de esas emblemáticas figuras del fútbol boliviano de los años 70, cuando el romanticismo futbolero le ganaba por goleada al mercantilismo, épocas en la que se hablaba mucho de amor a la camiseta, de regar la cancha con sudor y de goleadores de oficio.
Lo vi jugar unas cuantas veces nada más; en Always Ready, cuando se creó la Liga, en la etapa final de su carrera en Independiente Unificada y en algún amistoso de la selección del 69 en Santa cruz. No recuerdo haber presenciado partidos de él con la camiseta de Bolívar y The Strongest
El Tanque, entonces, fue uno de esos jugadores que los de mi generación lo seguimos más por radio y los diarios que por haberlos visto “en vivo y en directo”. O sea, era más mito que realidad para nosotros, y todo lo hablábamos con mis amigos cuando nos referíamos al gran goleador era mucho más producto de la imaginación y la admiración que sentíamos por el santiagueño que otra cosa.
Un amigo me comentaba una vez que la vieja revista Goles, en ocasión de las eliminatorias del 69, por el Mundial México 70, había publicado una nota referida a El Tanque, que teóricamente titulaba “El goleador que se perdió Argentina”. Digo teóricamente por la verdad que busqué y sigo buscando la nota en internet y aún no la encontré.
Cada vez creo más que era parte del imaginario de mi querido amigo, tan futbolero como yo, cuando éramos chicos, porque la admiración por Díaz y los jugadores de su época grande, como lo era este futbolista que marcó época porque no solo hacía goles, sino que transmitía (uno lo percibía a la distancia) todo lo que dicen los que lo conocieron de cerca: profesionalismo, pasión, entrega, temperamento, fuerza, y don de gente.
No fue uno más, queda claro. El Tanque Díaz fue campeón de la Recopa Sudamericana con Mariscal Santa Cruz en 1970, destacado goleador en The Strongest y Always Ready, que también vistió las casacas de Bolívar e Independiente Unificada de Potosí, y además, defendió la camiseta del seleccionado boliviano, integrando aquella delantera que uno recitaba de memoria: Blacut, Rada, Gonzales, Díaz y Farías.
Adiós a otro de esos grandes jugadores extranjeros que le hicieron bien al fútbol boliviano, aportándole lo suyo y dejando un lindo recuerdo a quienes disfrutamos del fútbol como un juego sano, noble y hermoso.
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