lunes, 29 de julio de 2013

BOYERO, EL ADIÓS DE UN ÍDOLO

Hernán Boyero, el ídolo y referente de Blooming de los últimos tiempos, deja Bolivia, su país de adopción, para jugar en Argentina, su país de origen.
En un gesto para destacar, la directiva celeste no puso trabas y le permite al cordobés cumplir el sueño de jugar en la Primera División argentina, vistiendo la camiseta de Argentinos Juniors.
Boyero se lo ganó, porque a Blooming le dio todo lo que podía darle y ansían los hinchas. Muchos goles, goles decisivos y goles en los clásicos (con Oriente).
Hace cinco años, el 18 de febrero de 2008, escribíamos esta nota en el blog acerca de Boyero, haciendo referencia a lo que empezaba a representar para la academia cruceña y su hinchada.
Martillero, chatarrero y goleador. “Chatarrero de familia, martillero público de profesión y goleador de oficio (como se decía en los viejos tiempos). Hugo Hernán Boyero se ganó en poco tiempo el corazón de los hinchas de Blooming.
Ante Wilstermann, los más de treinta mil hinchas del cuadro celeste ubicados en las tribunas del Tahuichi Aguilera, le brindaron su agradecimiento y reconocimiento coreando a voz en cuello ¨Boyero, Boyero¨. El argentino, un creyente confeso, miraba al cielo, agradecía a Dios por su efectividad y luego al público, aplaudiendo.
Sus goles y su sencillez le brindan este lugar de privilegio en el afecto de los bluministas, siguiendo una dinastía de grandes goleadores que vistieron esta camiseta, como sus coterráneos Daniel Castro, Juan Carlos Sánchez y Horacio Raúl Baldessari, y el histórico Víctor Hugo Antelo.
Con un goleador las cosas son siempre más sencillas. Blooming lo tiene y le saca provecho. Boyero es pieza fundamental en este aceitado engranaje que armó Gustavo Quinteros. No jugó todos los partidos de la Copa AeroSur, sin embargo se quedó con el cetro de artillero, con 8 goles en cuatro presentaciones”.
Boyero quiso y se hizo querer. Respetó y se ganó el respeto. Por eso todas las demostraciones de afecto y gratitud al momento de la despedida.
Forjó una idolatría con su esfuerzo, con sus goles y con su don de gente. Éxitos y hasta pronto, goleador.

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