No está para regalar nada y tampoco para rechazar regalos. Por esa razón aceptó gustoso el presente que le hizo San José de entrada, facilitándole las cosas en un partido que se presumía complicado por el oficio del santo.
Boyero dio las gracias ante tanta gentileza y definió con arco desguarnecido aprovechando el regalito: mala entrega del chapaco Lulú Palacios a su arquero Lampe y la aparición oportuna del cordobés para anotar el 1-0.
Blooming aplacó su ansiedad de triunfo con el gol tempranero y de a poco pasó de la tranquilidad al conformismo, cambió hambre de triunfo por displicencia, dejó de lado el entusiasmo y optó por la especulación, recurrió a la calculadora, a sacar cuentas, con uno nos alcanza y que pasen los minutos...
En lugar de crecer y acentuar el perfil de equipo vistoso, dinámico, ambicioso, alegre, que había mostrado en su buen triunfo ante Guabirá, unos días antes, prefirió, sin necesidad, convertirse en un onceno especulativo. De esa manera la primera etapa se consumió sin mucho para destacar.
San José no se propuso en ningún momento buscar con convicción el arco contrario. Por momentos se adueñó de la pelota, pero no la supo aprovechar y cayó en la intrascendencia, apelando a los centros cruzados en busca de sus atacantes.
Blooming modificó un poco la actitud en el complemento. El ingreso de Sebastián Molina (cambio táctico ante la incomprensible reacción de Sacripanti tras recibir una falta, que derivó en su expulsión y la del infractor, Vargas), le dio mayor dinámica y profundidad.
La diferencia pudo ser mayor, pero algunos jugadores cayeron en la displicencia (caso Sánchez) y desaprovecharon situaciones claras olvidándose de algo fundamental, el fútbol es un juego divertido que exige que se lo practique en serio. Chávez anotó el segundo de tiro libre y aseguró el triunfo.
La victoria no admite dudas. Blooming volvió a ganar, esta vez con un poco de fortuna, otro tanto de fútbol y algunas cosas criticables que el triunfo, seguramente, ayudará a disimular.
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