Bolívar rescató un punto importante ante Universidad Católica por la Copa Libertadores de América. Le jugó de igual a igual y consiguió un empate que le puede servir más adelante si hace bien los deberes de local.La academia paceña imprimió un ritmo de juego poco habitual en los equipos bolivianos, por lo general cansinos y especulativos a la hora de actuar de visitantes. Fue un equipo vital, pragmático, achicó espacios, jugó lejos de su arco, se mostró agresivo al tratar de recuperar la pelota y veloz en ataque.
Tuvo en su arquero Arguello al valor más importante, que atajó un par de pelotas difíciles en el final, pero el resto también estuvo a la altura de las circunstancias, lo disputó el partido con determinación y sin ningún tipo de complejos.
Bolívar frenó a la Católica en el primer tiempo e incluso se adelantó en el marcador, en una buena jugada, fulminante, que culminó el uruguayo Ferreira. Los chilenos igualaron antes del descanso en otra acción rápida.
En el segundo tiempo el asedio de Católica fue mayor, aunque sin la claridad necesaria. Bolívar no le dio tregua y acabó sacando un buen resultado, pese a quedar con uno menos por la expulsión de Flores (¡cuándo no!), en una actuación reconfortante para el alicaído fútbol boliviano.
Pudo ser triunfo y también derrota, porque ambos tuvieron chances para anotar el segundo. Al final fue empate. Para empezar está bien. La Copa es la Copa, no nada fácil, por eso, a veces, hay que brindar por el empate.
* Foto diario La Razón.
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