martes, 30 de enero de 2018

DE PURO CABEZA DURA


Oriente tuvo su premio en la Copa Libertadores por creer en los milagros, por aferrarse a esa posibilidad remota de anotar un gol salvador que no evitaba la derrota pero que la convertía en una victoria pese al marcador adverso. 
Tenía dos hombres menos en la cancha por las expulsiones de Rosales y Duk (tonta desde todo punto de vista), estaba siendo goleado por un Universitario de pocos argumentos futbolísticos al que lo salvaba el enorme corazón de Corzo, había perdido el rumbo, pero siguió yendo al frente, hasta que encontró lo que buscaba.  
Muchos no pudieron disfrutar del momento en el que se produjo el milagro, cuando el cabezazo del paraguayo Paredes, rodeado de jugadores de Universitario, se introdujo mansamente en el arco del local ante la desesperación de un zaguero peruano que intentaba enmendar el garrafal error del golero Fernández, que salió, como se decía antes, a cazar mariposas. 
Sí, muchos hinchas y no hinchas, simples amantes del fútbol, habían apagado el televisor o cambiaron de canal frustrados, masticando bronca, cansados porque "siempre pasa lo mismo con los equipos boliviano". 
Grande fue su sorpresa, seguramente, cuando empezaron a leer los mensajes en las redes sociales que comentaban sobre el milagro en la tierra de Santa Rosa de Lima, pero a favor del visitante. 
El 0-3 lapidario a favor de la U peruana, que hacía historia remontando el 0-2 de su visita a Santa cruz, se convertía en un triunfo estéril por el fatídico gol de visitante que le daba a Oriente el plus de la clasificación. 
Pocas veces los albiverdes habrán festejado tanto una derrota. No era para menos, pese a perder (1-3) conseguía en ansiado pase la fase 2 de la Copa y se embolsillaba 400 mil dólares de premio, vitales para una economía empobrecida. 
A veces, hay que saber sufrir para después disfrutar. Ahora, que venga Wilstermann.

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