sábado, 23 de marzo de 2013

ES LO QUE HAY

Tapa_copiaBolivia fue a Colombia con muchas ilusiones y volvió vapuleada y amargada por un adversario que puso en cancha la diferencia futbolística que hay entre uno y otro en este momento.
No por nada Colombia está muy cerca de sacar el boleto al Mundial de Brasil 2014 para ser uno de sus protagonistas y Bolivia empieza a hacer maletas y a reservar pasajes en las agencias de viajes, no vaya a ser que se acaben, para disfrutarlo como turista.
Y la selección boliviana regresó con la frente marchita, como dice el tango que escuchaban nuestros padres y abuelos, y con un sentimiento de deuda interna que necesita una revancha urgente. Menos mal, (¿menos mal?) que viene Argentina para devolver la alegría a la gente, aunque no sirva para ilusionarse otra vez con la Copa del Mundo.
Bolivia tiene la excusa, motivo o razón suficientes para cambiar de cara, mejorar el ánimo, modificar la actitud, para salir a la cancha del Hernando Siles, ante Messi y compañía, con mayor entusiasmo que lo hizo en el Metropolitano de Barranquilla.
Azkargorta, que lamentó la manera negativa con la que encararon los jugadores el partido con Colombia, tendrá que borrar del mapa a aquel o aquellos que les cuesta ponerse las pilas hasta en un partido tan importante de eliminatorias. (¿Si no son este tipo de encuentros, cuáles los entusiasman?)
El, Azkargorta, que sostiene hace tiempo aquello de que “se juega como se vive”, los conoce de sobra, dentro y fuera la cancha, a los convocados como para insistir con quienes no siente la camiseta como deberían sentirla. ¡Y no vengamos que ya no existe motivación porque Bolivia está prácticamente eliminada…!
¿Vieron a Paraguay, último en la tabla, debajo de Bolivia, frente a Uruguay, en el mítico Centenario? Así se tiene que jugar, dando todo hasta el último instante, sufriendo por momentos, pero ilusionados siempre.
Bolivia tiene, lamentablemente, problemas de aptitud, y, en algunos casos, de actitud. Carece de esa agresividad que es fundamental para pelear los partidos, imponer sus argumentos, así sean pocos y rudimentarios, para no mostrarse tan débil como se muestra, que sufre para llegar al arco rival y hasta para cruzar el medio campo con altivez, seguridad, determinación, y, por qué no, con coraje.
A esta falta de determinación se le sumaron ayer los infortunios, el error del juez de línea y árbitro que no vieron el claro fuera de juego de Cuadrado en el primer colombiano, y el grueso error de Nacho García en el segundo de los cafeteros (¿Por qué no reventó la pelota a las tribunas?), que desmoronó a Bolivia como un castillo de naipes.
Colombia es más, fue más, que quede claro, incluso en el primer tiempo en el que Bolivia intentó frenarlo con orden, pero tuvo la fortuna de la ayuda extra para abrir el partido. Quizá sea la suerte del optimista, el que busca siempre el arco contrario, con esa decisión y recursos que no tiene Bolivia.
Nombres más nombres menos, es lo que hay. Ayer quedó una vez más evidencia. Colombia cuenta otra generacioó de gran nivel, de mayor jerarquía que los bolivianos. Por eso uno está en la zona baja de la tabla y el otro en la cuenta regresiva de su viaje a Brasil.
A dar vuelta la página. Cada partido es una historia aparte. Esta fue muy triste, pero el del martes puede ser diferente, y Bolivia lo sabe, pero para ello tendrá que cambiar algo que depende de cada uno, la actitud, recuperar el verdadero deseo de ganar, y, como les dijo Azkargorta antes esta goleada, la alegría de jugar.

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