jueves, 30 de octubre de 2008

LA BRONCA MAXIMA


El final del partido, con varios jugadores de Blooming, en el centro del campo de juego, forcejeando con los policías en su intento de llegar hasta el árbitro, era una muestra de su estado de ánimo. La bronca los embargaba porque consideraban que el chuquisaqueño José Jordán y sus colaboradores habían cambiado la historia del partido al sancionar un penal discutible.
Los policías utilizaron sus escudos para proteger a la terna y de paso para golpear sin ningún reparo a los futbolistas celestes, que finalmente abandonaron la cancha masticando su rabia y amargados por la derrota.
Sin ánimo de justificar la reacción de los de Blooming, esta escena de la Policía tratando como a delincuentes comunes a jugadores de equipos cruceños se da seguido y desde siempre en los estadios del interior del país. Existe una llamativa saña que la dirigencia no observa y tampoco reclama para que no suceda.
¿Tienen razón los jugadores de Blooming para quejarse del arbitraje? Viendo por la televisión la jugada del penal, a uno le queda la duda si realmente hubo un leve empujón o si el paraguayo Villalba se tira al sentir el brazo de Verduguez en la espalda. El fútbol es un deporte de contacto, por lo tanto, no todo encontrón, roce o choque es infracción.
La sensación que dejaron los integrantes de la terna, es la predisposición para fallar a favor del local ante cualquier duda. Por ejemplo, el mismo juez de línea que decretó el penal, pasó por alto una mano de un defensor de Aurora en el área durante el primer tiempo. Su interpretación fue que no existía intención...
Antes que decir si el árbitro es culpable o inocente, habría que preguntarles a quienes designan las ternas por qué nominan a personan sin experiencia, como Jordán, para este tipo de partidos, en los cuales la presión en inmensa y el margen de influencia y error es siempre mayor en los novatos que en los experimentados.

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