jueves, 15 de marzo de 2012

LA NOCHE DEL ARQUERO

graetoEl partido fue una noche para los arqueros de Oriente y Bolívar, quienes igualaron uno a uno con gruesos errores de sus arqueros, que alternaron la condición de héroe y villano en el Tahuichi Aguilera.
Oriente convertía en héroe al argentino Argüello obligándolo a grandes intervenciones con sus veloces arremetidas durante el primer tiempo. Entre Peña, Vargas y Mojica se encargaban de convertirlo en figura. Hasta que el rioplatense se equivocó feo en un centro manso, escapó la pelota por querer agarrarla en lugar de despejar con los puños, confiado en su estatura quizás, y le dio la posibilidad del 1-0 a Peña.
Hugo Suárez, por su parte, como para hacer notar que estaba en el arco de Oriente, aparecía de tanto en tanto, con seguras intervenciones, en las esporádicas incursiones ofensivas de Bolívar, pero en una de esas, en un pelotazo cruzado, dudó, salió mal, y permitió que Rodríguez lograra el 1-1.
Oriente había intentado siempre un juego asociado, de circulación de pelota, sumando gente al ataque desde el mediocampo, y de esa manera dominó gran parte del encuentro y generó varias situaciones de gol que no las concretó, hasta que se cansó y llegó el empate que lo hizo perder el libreto, desluciendo la parte final.
Bolívar es un equipo raro, porque arriesga en defensa y mezquina en ataque. Se complica intentando una salida “pulcra” y termina a los ponchazos por falta de una buena comunicación entre la zaga y el mediocampo. Abajo es inestable, en el medio corre mucho y piensa poco, y arriba le falta presencia. Ferreira fue un llanero solitario que pedía un acompañante a gritos. Gracias a su voluntad llegó el empate, es cierto, pero por lo general corrió al cohete.
Algo valorable en Bolívar fue el esfuerzo realizado en el segundo tiempo para conservar el empate con un jugador menos (fue expulsado Suárez en la primera etapa), y algo criticable en Oriente la falta de contundencia (Peña desequilibra mucho pero concreta poco).
Suárez no pudo error su equivocación ni disimularlo un poco porque no lo exigieron nuca más, y quedó marcado por el gol paceño. En cambio, Argüello se redimió ayudando a que su equipo no perdiera el partido, salvándolo un par de veces en el segundo tiempo.
El fútbol, que es premio y castigo, alegría y tristeza, cara o cruz, mostró los dos caras de la moneda en los arcos. Argüello fue cara y Suárez, cruz.
Oriente, que pudo ganar, terminó amargado por el empate. Bolívar, que estuvo a punto de perder, acabó celebrando el empate. Todo por culpa de los arqueros.

* Foto diario El Día.

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