Entrevista de Nosdigital a Jorge Valdano, para tener en cuenta. Si bien se refiere al caso argentino, refleja lo que sucede en la actualidad en muchos países, y, por supuesto, también en el nuestro.
Jorge Valdano da la pelea. Busca esperanzas de fútbol. Ahora mismo tiene una: que el sello de España y del Barcelona deje de ser contracultural y se vuelva tendencia. “Sin la pelota no hay grandeza”, dice. Por eso, le preocupa el fútbol argentino. Por eso, reivindica a Bielsa.
Jorge Valdano dice que no sabe del todo qué es lo espiritual, pero que está en un momento de esos. Lo dice con risa, aunque su broma no resulta una locura. Pese a que ahora no tiene los pies dentro de la pelota, sus ojos nunca pierden las convicciones ni las ideologías. “Perdimos el amor a la pelota”, explica, como si sacara de adentro del alma eso que tanto el duele a su espíritu.
Y, cuando habla, lo único que bien vale es el silencio.
- Hace un tiempo dijiste que el fútbol argentino había perdido la pelota, ¿qué querías decir con eso?
- Según mi humilde opinión, lo que perdió Argentina es el amor a la pelota. Las hinchadas parecen más seducidas por el coraje que por la habilidad, los pibes les piden a los Reyes Magos una camiseta de su equipo antes que una pelota y en el proceso de formación, el deseo de ganar se ha impuesto claramente al deseo de enseñar. El imperio de la táctica y de la preparación física se ha impuesto al de la técnica y, como dijo Picasso y nos demostraron Maradona y Messi: “No hay genio sin técnica”. Hay un cuento del Negro Fontanarrosa que, en un pasaje, me sobresaltó. Con el perdón de “El Negro” lo contaré a mi modo. Un niño está sentado en un banco al lado de una pelota, de pronto se levanta y se va olvidándose, al parecer, de la pelota. Hasta que ocurre algo maravilloso. Al llegar a la esquina, el pibe gira la cabeza, silba y la pelota, obediente como un perro, se baja sola del banco y lo sigue. Ese es el sueño platónico de cualquier argentino desde que nace: que la pelota te obedezca hasta ese punto. Si queremos a Maradona no es tanto por lo bien que jugaba al fútbol sino por lo bien que jugaba a la pelota. Perder ese capital sentimental (el amor a la pelota) es muy grave a mi parecer. Mientras países como España (más que ninguno), Alemania (con esfuerzo pero con la tenacidad con la que hacen sus cosas), México y hasta Italia han entendido que tienen que volver a la pelota (a la técnica) como base de la formación, nosotros nos estamos alejando. Lo cierto es que yo veo en España cosas que veía en Argentina hace treinta años, y veo en Argentina cosas que veía en España hace treinta años. No lo digo para elogiar a Argentina precisamente.
- Cuando hay una referencia a eso, ¿se habla de la tenencia de la pelota por tenerla o de la convicción por la elaboración del juego?
- Cuando se habla de tener la pelota por tenerla, hay una crítica implícita. Queremos decir tener la pelota para boludear. Tenerla para nada. Conviene aclarar que si nosotros tenemos la pelota hay una primera consecuencia positiva: no la tienen ellos. España es un buen ejemplo. En el último Europeo, tuvo muchos problemas ante el gol por la lesión de Villa, el mal momento de Torres y dificultades con otras alternativas como Negredo y Llorente. Llegó a jugar sin delantero centro o con lo que pasó a llamarse un delantero centro mentiroso (generalmente Cesc Fábregas). Varios partidos los ganaron 1 a 0 a pesar de que monopolizaban la posesión de la pelota. El juego muchas veces resultaba repetitivo, retórico. No traducían ni siquiera en peligro de gol su largo dominio. Sin embargo, salieron campeones. Ante la admiración del mundo. Es tal la técnica colectiva del equipo que distraen, atacan y hasta defienden con el balón (no prestándolo). Es una opción que, desde la Selección, prolonga la extraordinaria hegemonía del Barcelona (como club) en el fútbol mundial. Es contracultural, pero empieza a marcar tendencia.
- ¿Por qué el paso del tiempo hace que cada día se juegue menos con la pelota?
- Por la obsesión táctica. La táctica oculta la técnica. Y la táctica hace más importante al entrenador que al jugador. La otra causa es la desesperación por el resultado. Solo ataca el que va perdiendo. La mayoría de los entrenadores ama más el resultado que el juego. Por eso Guardiola es el gran revolucionario de estos días. Porque alcanzó el resultado desde el amor al estilo, al juego, al jugador.
- ¿Lo menos elaborado tiene una conexión directa con la modernidad?
- Se le llama modernidad a cualquier cosa que gane un partido.
- Aquí en Argentina, el entrenador de Racing, Luis Zubeldía, menciona constantemente que él prefiere jugar sin la tenencia de la pelota, ¿a qué se refiere con eso?
- No lo sé. Pero lo escuché muchas veces. Me parece legítimo. No discuto que puede ser pragmático, pero sin la pelota no hay grandeza. La grandeza es llevar las virtudes hasta el límite de sus posibilidades y un entrenador debe aspirar a eso. Yo siempre lo creí así. No quiero convencer a nadie, pero es mi opinión.
- ¿Cómo recibe el fútbol español al Cholo Simeone, que en reiteradas ocasiones ha dicho que no es importante tener la pelota?
- Muy bien. Al lado del Real Madrid y del Barcelona es muy difícil sobrevivir y el Cholo está haciendo un gran trabajo. Ha construido un equipo competitivo con un fuerte contenido táctico y una alta emotividad. Tiene mérito.
- En Argentina, muchas veces se compara al estilo de Simeone y al de Zubeldía con el de Marcelo Bielsa, ¿te parece que a Bielsa no le interesa la tenencia de la pelota?
- Bielsa es uno de los entrenadores más generosos que he conocido en mi vida. Cuando digo la palabra generoso la digo con respecto al juego. Ataca con mucha gente, saca la pelota jugada desde el fondo, renuncia a la picardía por su obsesión ética, cuando va ganado sigue atacando como si se acabara el mundo. ¿Donde ven la especulación? Con Marcelo se puede discutir por cuestiones de velocidad (de ritmo de juego), pero la intención es intachable. Si queremos volver a la grandeza (en las buenas y en las malas), miremos a Bielsa.
- ¿Qué importancia tiene el número diez en la tenencia de la pelota? ¿Por qué el fútbol argentino decidió abandonar ese puesto?
- Al 10 se lo fue comiendo la táctica. La obsesión por la presión. Arrigo Sacchi, que desde el Milan que revolucionó el fútbol sin la pelota (mediante la presión), ya decía que “el media punta era medio jugador”. Desde entonces todos se sintieron con autoridad para menospreciar al número “10″. Murió desplazado por el doble 5. Se exilió en la delantera, en el extremo o en el banco de suplentes. En Italia 90, Roberto Baggio miraba desde afuera la vulgaridad del juego de su equipo. Una auténtica aberración. Cuando a un equipo le sobra el mejor jugador, a ese entrenador le ocurre algo. Lo que le ocurre es que no le interesa el juego.
- Mirando a lo largo del tiempo, ¿no te resulta extraño ver a una Selección argentina -como la actual- que juegue sin enganche?
- Sí.
- Ramón Díaz volvió a dirigir a River, dijo que iba a jugar con la tenencia de la pelota y que iba a poner a enganches porque así lo determinaba la historia de River. Si habláramos en nombre de la historia, ¿cómo deberían jugar los equipos argentinos?
- Reclamando protagonismo con la pelota. Como jugaban los equipos de Menotti. Y los de Bielsa también.
- Volvió Juan Román Riquelme a Boca. Existe un grupo de seguidores de él que dice que él es “El Último Diez”, ¿lo ves así?
- No. Los buenos jugadores son más resistentes que las malas hierbas. En el Madrid están Ozil, Kaka, Modric; en el Barça basta con nombrar a Iniesta; en Alemania ya empezaron a salir… Basta con devolverle la pelota a los jugadores para que la tendencia cambie. De todos modos cuando hablamos del 10, no nos imaginemos a un tipo que camina la cancha y la toca una vez cada diez minutos. El 10 tiene que demostrar su importancia mostrándose con el mismo fanatismo que tienen los que salen a no dejar jugar.
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