Blooming estuvo a la altura del clásico pese a todo. Entre Bargas, Galarza y Boyero se encargaron de que ello ocurriera ante un Oriente de mejor presente.
Hugo Bargas le aportó belleza al tradicional encuentro con su golazo de chilena y le dio ánimos a su equipo. El franco argentino fue un dolor de cabeza para la zaga de Oriente por sus recursos ofensivos que tuvieron en jaque a Brau y compañía.
Sergio Galarza se encargó de apagar los incendios provocados por sus compañeros de zaga, que se complicaron solos, por sus indecisiones, varias veces.
Boyero no pierde la voluntad que le hace falta a un equipo cuando las fuerzas flaquean. El argentino sacó un gol de la galera por esa actitud positiva que lo caracteriza cuando Blooming requería de mayor determinación para ir en busca del arco contrario.
El resto no estuvo a la altura de estos tres jugadores. La zaga fue frágil (facilitó los dos goles de Oriente), se enredó en su laberinto de errores individuales y colectivos.
El mediocampo celeste no pesó, fue superado por el albiverde. A Sandoval y Melgar les costó el ida y vuelta por los extremos; Argüello se mostró inseguro, dubitativo (le cuesta presionar y desplazarse a los costados); y Loayza no se hizo sentir en su rol de armador.
Uno se pregunta, si Loayza, Joselito y Darwin Peña no dan la talla como volantes ofensivos, ¿no sería oportuno darle cabida a Óscar Díaz y armar un equipo con tres atacantes que alternen el rol de delantero retrasado?
Claro, para eso Clausen tendría que pensar más con sentido práctico (si algo no funciona todo el campeonato, hay que buscar soluciones), siendo menos tradicionalista, más osado, y hasta un poco más estratégico.
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