Bolívar dejó la peor de las imágenes en el estadio Félix Capriles ante un Wilstermann que no le perdonó el menor error y lo vapuleó con un inapelable 5-0.
Al celeste paceño se le cayó la estantería a la menor arremetida del impetuoso Wilster, que en el primer tiempo liquidó el pleito anotándole cuatro de los cinco goles.
Que Bolívar no juega bien, eso se sabe hace mucho tiempo, por lo tanto, que pierda no es ninguna novedad, así sea el líder, pero que caiga de la manera en Cochabamba supera cualquier presagio negativo.
Ayer no tuvo nada que ver con la imagen que se espera de un líder que aspira a la conquista de un título, al contrario, se lo vio abatido, sin reacción ni rebeldía, desconcertado y sin rumbo.
Algo pasa con este equipo paceño que se sostiene arriba por la mediocridad de este fútbol boliviano, ya que con el aporte individual de algunos de sus integrantes le alcanza para sacar ventaja y, de paso, disimular su carencia de juego colectivo.
Miguel Ángel Portugal, su entrenador, no ofrece respuestas a los interrogantes sobre su equipo porque decidió cerrar las puertas al periodismo por no tolera sus críticas.
Quizá considere innecesario responder porque los números indican que Bolívar sigue siendo el puntero y eso, por sí solo, explica todo y desbarata cualquier cuestionamiento.
En ese caso (siempre suponiendo, a causa de su silencio) habría que recordarle que no todo lo que brilla es oro.
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