Bolivia mostró su pobre presente futbolístico ante un desteñido Brasil que brilla de a ratos por los destellos de los cracks conque aún cuenta en sus filas.
Los errores conceptuales del equipo nacional facilitaron el triunfo brasileño y la pobreza individual hizo imposible cualquier posibilidad de recuperación en el estadio Tahuichi Aguilera, tras el apabullante inicio de la visita.
El excesivo e innecesario traslado de pelota de los jugadores bolivianos, convertido en una mala costumbre que nadie erradica, y la dificultad para administrar la pelota y dar tres pases seguidos, algo que nadie soluciona, lo convirtieron en un equipo previsible e inefectivo.
Brasil aprovechó los errores defensivos de los laterales para ganar su primer partido en la era Scolari. Temprano sacó ventaja de un yerro de Marvin Bejarano, que se proyectó sin necesidad y dejó vacío su sector, dando lugar a un contragolpe fulminante que aprovechó Leandro Damiao.
Poco después, una mala entrega de Meleán (otro traslado innecesario y mala entrega) acabó en un golazo de Neymar, que definió con calidad ante el desguarnecido Galarza.
Acto seguido, Marvin fue superado como en todo el primer tiempo, centró al área, se durmió el otro Bejarano, el de The Strongest, y Neymar, muy atento, sacó ventaja de la situación.
Fue tan flojo los de los Bejarano en la defensa y lo hecho por Veizaga y Meleán en el medio, que Azkargorta los sustituyó en el descanso. Pero todo estaba consumado.
Algunos lujos de Ronaldinho y Neymar redondearon un primer tiempo casi perfecto de Brasil. En el segundo tiempo el scratch salió a controlar el partido que ya estaba definido y se dio el gusto de anotar el cuarto gol.
El esfuerzo de Martins fue inútil y las salvadas de Galarza evitaron varios goles más. El resto dejó mucho que desear.
Brasil vino, paseó, goleó, se divirtió y se fue. Bolivia no tuvo argumentos colectivos ni individuales para evitar que ello sucediera.
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