sábado, 6 de noviembre de 2010

QUINTEROS, EL ELEGIDO

La Federación Boliviana de Fútbol actuó con lógica. Este era el momento para que Gustavo Quinteros se haga cargo de la Selección nacional y los dirigentes lo designaron ayer para que encare esta nueva etapa que tiene como desafíos la Copa América Argentina 2011 y las eliminatorias del Mundial Brasil 2014.
Quinteros, que nació en Santa Fe, Argentina, hace 45 años y se naturalizó boliviano, había hecho los méritos suficientes como para ser la primera opción entre quienes dirigen en el país, por el trabajo realizado en todos los clubes que dirigió, en los cuales demostró capacidad, coherencia, una línea de conducta, un plan serio, y logró éxitos deportivos.

Además, la FBF no contaba con recursos para contratar un entrenador extranjero y tampoco existía un candidato que entusiasme por sus éxitos o por su fama. Por lo tanto era mejor, esta vez, priorizar lo que había en casa.
Quinteros realizó el recorrido que debería ser exigido a todo entrenador. Después de dejar el fútbol (Talleres de Remedios Escalada, Universitario de Sucre, The Strongest, San José, San Lorenzo, Argentinos Juniors, Selección boliviana), hizo el curso de director técnico, dirigió en divisiones menores y después incursionó en el fútbol profesional.
Arrancó en las divisiones menores de Argentinos Juniors, posteriormente dirigió a la Primera División de este club, vino a Blooming, retornó a Argentina para entrenar a San Martín de San Juan en el Nacional B, volvió a Blooming, pasó por Bolívar y ahora está en Oriente Petrolero.
Con Blooming, Bolívar y Oriente consiguió campeonatos. Sus logros son indiscutibles y restan valor a la etiqueta de defensivo que le impuso un empresario devenido en dirigente que, irónicamente, al evaluarlo, esta vez restó importancia a los números.
Sus equipos se caracterizan por tener orden, equilibrio en sus líneas y una idea definida de juego. Es difícil ver a un equipo dirigido por Quinteros, desorganizado, deslucido.
Ahora tiene un desafío mucho más complicado porque no dirigirá a un equipo grande, al contrario, Bolivia es equiparable a un equipo chico y débil tomando en cuenta los rivales con los que compite en Sudamérica. La misión es convertirlo en fuerte y competitivo.
Merecía la oportunidad, ahora no queda más que aguardar con paciencia los resultados de su trabajo, y ver si entra en la historia como unos pocos elegidos o si pasa con más pena que gloria como tantos otros.

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