viernes, 20 de febrero de 2009

EL TRIUNFO O LA VIDA

El cambio de entrenadores de manera abrupta y tempranera, creo, sigue siendo una especie de hecho traumático, pese a que es algo muy común en el fútbol. Acá y en todos lados. Que no suene como el mal de muchos un consuelo de tontos. Es que es así.
A veces puede resultar hasta contradictoria mi posición, sin embargo, como en todo, existen matices. Unos casos son distintos a otros, por ejemplo Víctor Barrientos fue despedido por entredichos con el presiden de La Paz FC, Víctor Hugo Antelo porque Oriente no consiguió buenos resultados -sumando Clausura, Play Off, AeroSur y Apertura-, en tanto que Sergio Apaza no logró hacer funcionar a Blooming y fueron mucho más las derrotas que los triunfos en su corta etapa (6 sobre 7 partidos).
El caso Barrientos, que había empezado bien, con un empate de visita ante Aurora, tiene que ver más con maneras de ser. El potosino es un hombre que no irradia simpatía y además poco diplomático. No le aceptaron el reclamo de falta de condiciones de trabajo y lo echaron. Aunque, al parecer, Mauricio González, el mandamás del club paceño, no estaba tan conforme con la campaña en la Copa AeroSur del Sur, y estaba para pocas. Todo suma. Si la relación no es buena y el equipo no juega bien, no hay futuro en la relación técnico-dirigentes.
Con Tucho Antelo fue una cuestión de confianza. Los directivos no estaban seguros de que sea capaz de aprovechar al máximo el plantel que había armado, integrado por valores importantes, debido a los altibajos del equipo, las derrotas en los clásicos y las recaídas futbolísticas constantes, tras leves mejorías. La derrota frente a Real Potosí, de local, rebalsó el vaso.
En este caso, critiqué a los dirigentes porque Antelo había dirigido a Oriente en dos ocasiones, por lo tanto lo conocen de sobra como para que en tan poco tiempo vuelvan a creer en él y le retiren su confianza.

Apaza tiró por la borda todo el crédito y la confianza por el caos futbolístico de Blooming. Por lo general, a un técnico se lo espera pese a las derrotas cuando un equipo muestra algo y progresa de manera constante. Pero cuando va de mal en peor, no hay hinchada ni dirigencia que aguanten.
En el fútbol actual los plazos se acortan y se esperan respuestas casi inmediatas. El problema con respaldar técnicos que no logran hacer funcionar sus equipos es que nadie puede garantizar que las cosas van mejorar y que la crisis no se ahondará.
Es la época, si ganás, seguís; si perdés, te vas. Algo así como "la bolsa o la vida", o, mejor, el triunfo o el cargo.

* Ilustración portada de la revista Time

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