sábado, 8 de octubre de 2011

EL PESO DE LA HISTORIA

Bolivia no soportó el peso del presente y el pasado futbolero de Uruguay y terminó derrotada y al borde de una nueva goleada en el inicio de las Eliminatorias.
La insegura selección boliviana no pudo con un adversario que desborda confianza tras haber reverdecido viejos laureles que la hicieron fuerte y dueña de una historia envidiable que generaba respeto por sus éxitos olímpicos y mundiales.
Uruguay sacó la chapa de favorito y la de mandamás de este continente revalidado hace poco durante la Copa América, y atropelló de entrada a una Bolivia que sabía lo que le podría ocurrir pero que aún así se dejó sorprender.
El equipo boliviano trastabilló desde un principio por su impericia defensiva y porque la prestancia que les sobra a los uruguayos no forma parte de su personalidad. Pese a haber encontrado la igualdad temprano, no pudo hacer pie firme por lo apuntado y porque carece de la convicción que se requiere para darle pelea a un rival de peso.
Cardozo, el mejor del cuadro nacional, definió de manera excelente un lindo pase profundo de Robles, emparejando las cifras que había desnivelado el infalible Suárez, aprovechando la pasividad de la defensa boliviana. Era el momento de empezar de nuevo, tomando en cuenta el error inicial, el de no tomar bien las marcas. Sin embargo, nada de ello ocurrió.
A Bolivia le costó sostener el ritmo, la lastimó futbolísticamente el juego de roce y fuerza de los uruguayos, no pudo sostener a pie firme el ida y vuelta del partido en un campo pesado, y terminó sucumbiendo ante la mayor contextura física de los charrúas.
Cada centro al área boliviana era un martirio por la potencia, el oficio y la picardía de los uruguayos, y por la fragilidad del equipo nacional, que sufre una barbaridad a la hora de defender en cualquier sector de la cancha, y mucho más muy cerca de su arco.
Lugano acabó siendo el verdugo, con dos goles, y el rival más peligroso, casi incontenible, por todo lo apuntado. (En su vida habrá tenido tantas posibilidades de gol). Cavani aportó para aplastar cualquier sueño boliviano.
El gol de Martins, de penal, sirvió para darle un tinte decoroso a la caída. Nada más.
A no hacerse drama, porque ganó el mejor. Por presente y por historia.

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