viernes, 31 de agosto de 2012

MALAS COSTUMBRES

mojica1El fútbol boliviano es cada vez menos atractivo y, por desgracia, además va sumando elementos que también lo están convirtiendo en un escenario de actores mediocres y antipáticos, que raya en lo insoportable.
Las canchas son, cada vez más, una especie de teatro (¿o circo?) en el que abundan directores y actores que lo que más hacen es vociferar, protestar, chillar, reclamar, de manera histérica, prepotente y ensimismada, sin importarles que están haciendo el ridículo ante miles de personas.
De fútbol, poco y nada, y lo que se ofrece es bastante discreto, muchas veces malo. Responsables de que esto suceda con mayor asiduidad son todos los actores del mundo futbolístico, o sea, árbitros, futbolistas, entrenadores y dirigentes. ¿Periodistas? En alguna medida puede ser, porque no faltan quienes se prestan al juego.
Los árbitros son los principales responsables de este grotesco espectáculo porque no imponen su autoridad como corresponde, aplicando el Reglamento y apelando a algo que tiene que ver con el derecho todo ser humano, dentro y fuera de una cancha, el respeto.
Pero no son solo ellos los culpables lo que ocurre, también tienen su cuota parte los directores técnicos que se victimizan y reclaman de todo y de nada, los futbolistas que se quejan por cualquier fallo en contra, reaccionando de manera desmesurada, y los dirigentes que miran como simples espectadores y no se preocupan por evitar este deterioro del espectáculo.
Lo de algunos futbolistas es increíble e insufrible. Cruzan la cancha para pedir la amonestación o la expulsión de un contrario, “lloran” todo el tiempo porque, seguramente, se creen o alguien les hizo creer que son los dueños de la pelota y de la verdad dentro de la cancha.
La última versión del clásico cruceño entre Blooming y Oriente fue el espejo de lo que es en este momento el fútbol boliviano, no por el cohetazo censurable, sino por el inaceptable comportamiento de entrenadores y jugadores, el criticable arbitraje y la vergonzosa participación de algunos allegados a clubes.
La única solución esta debacle de la sociedad futbolística nacional, es que cambie los protagonistas realicen una severa autocrítica y actúen con madurez. Depende solo de ellos poner fin a las malas costumbres.

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