Por eso todo sigue igual. Continúan prevaleciendo los intereses de unos cuantos por sobre los de muchos, se siguen transgrediendo reglas; se mantienen estructuras obsoletas, anacrónicas, que no ayudan a un cambio en los campeonatos; está vigente la viveza criolla para sacar tajada; y sigue al día la división.
Gracias a ello continúan vigentes en sus cargos quienes ni siquiera se valieron de gallos y medias noches para tomar atajos que les allanaron los caminos al poder del fútbol, sino que lo hicieron a vista y paciencia de todo el mundo.
También, por todo esto que no cambia, se hace lo que no se acepta que les hagan: intervernir, aunque, tras meter la pata, se dieran cuenta que es mejor disimular, y se optara por una alternativa decorosa: conciliar.
Unos y otros andan por los recovecos, por eso está a punto de fracasar el Nacional B, una opción de torneo que podría remover las anquilosadas estructuras de este fútbol que en lugar de darle vida a las asociaciones, las está aniquilando.
Los grandes interesados, sin embargo, prefieren seguir manteniendo instituciones moribundas a ceder un poco inicialmente, permitiendo la inclusión de clubes con historia y buena convocatoria, y tener mayores expectativas de vida.
La verdad que, como están las cosas, quienes manejan el fútbol boliviano en sus distintas categorías, hacen méritos para irse a la B.
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