La presencia de Ángel Guillermo Hoyos, el entrenador argentino que, según algunos, en unos cuantos años habría cambiado sus genes futboleros rioplatenses por unos europeos, hizo pensar a muchos que Bolívar tendría el vértigo, la dinámica y la vitalidad de los equipos del Viejo Mundo. La realidad fue otra, al menos en esta ocasión.
Bolívar ganó con comodidad porque el fútbol es muchas veces generoso con el que arriesga más, pero también porque cuenta con mejores individualidades que su rival y porque Real Potosí le dio todas las ventajas a la hora de defender en su área jugadas de pelota detenida.
Real Potosí no fue ni la sombra de otras formaciones potosinas y tampoco tuvo ambición ganadora. Intentó rescatar un punto especulando con su juego, esperando al adversario en media cancha, sin preocuparse demasiado en atacar, y esperando alguna posibilidad de contragolpe para sorprender.
Así ganó Bolívar en su debú. Con algunas caras nuevas, una hinchada fiel que casi llena el estadio Hernando Siles y una receta vieja y casera que nada tiene que ver con el "estilo europeo" que anunciaron algunos vendedores de ilusiones.
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