lunes, 7 de mayo de 2012

SE DESPIDIÓ SOLO

BLOOMINBlooming quedó fuera de la lucha por el título por sus propias miserias futbolísticas, por carencia de rebeldía y, sobre todo, por una llamativa falta de hambre de gloria.
La academia no tuvo el carácter suficiente para disimular con amor propio la falta de argumentos válidos, colectivos e individuales, y se fue diluyendo de a poco en su inconsistencia futbolística, aquella que le impidió sostener el liderazgo que ostentó varias fechas.
Ayer, ante Universitario, hizo todo para perder cuando debería haber hecho hasta lo imposible porque tenía que ganar para seguir metida en la lucha por el título.
Para culminar una tarde noche de espanto anotó en su propio arco el gol del triunfo visitante (Rivero), cuando se jugaban los descuentos y había perdido el rumbo totalmente.
Blooming equivocó el camino todo el partido. La estrategia, si la hubo, no fue la correcta, ya que insistió por donde la U es fuerte, por arriba. Buscó la cabeza de Boyero como argumento ganador, quien esta vez no pudo hacer nada porque fue anulado por el brasileño Lopes, el valor mas importante de los chuquisaqueños.
No tuvo argumentos futbolísticos ni fortaleza anímica ante un rival que, por el contrario, fue siempre agresivo en su juego, ambicioso y entusiasta. Además, fisicamente, se cayó en el segundo tiempo, sumando falta de reacción a la lentitud de sus volantes (Valdés, Melgar...).
La defensa se mostró siempre insegura, con Rivero y Sánchez como puntos débiles; el mediocampo flaqueó todo el tiempo, en un jornada para el olvido de Chávez, Melgar y Valdés; y el ataque no pesó, porque Boyero no pudo con Lopes y Sacripanti no gravitó. Los cambios ( Oscar Díaz, Navarro y Baroni) no le aportaron nada, al contrario, empeoraron las cosas.
Blooming acabó sacando de quicio al público celeste, que perdió la paciencia ante tanta ineptitud, indolencia, ausencia de rebeldía y deseos de ganar un partido clave.
Se despidió solo de la lucha por el título y de la peor manera, insultado por sus hinchas, quienes le pasaron por alto el mal juego pero no le perdonaron la falta de ambición.

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