Esta vez no hubo invasión ni agresión de ningún desubicado que bajó de las tribunas. Blooming fue invadido por el desconcierto, por la falta de argumentos para contener a un impetuoso adversario y por la carencia de recursos para llegar al gol.
Todo eso conspiró contra un Blooming que una vez más empezó dando un paso en falso en la Copa Sudamericana al caer en casa ante River Plate de Uruguay como hace un par de años, por el mismo torneo.
La academia sintió el trajín, el ritmo que le impuso el cuadro charrúa, un onceno sin figuras pero con mucha dinámica que lo incomodó y lo lastimó a pura velocidad. No pudo sostenerle el ritmo en el segundo tiempo, tras una etapa inicial pareja, se desdibujó y acabó rendido.
El principal problema lo tuvo en la media cancha, poblada de gente a la que le cuesta el ida y vuelta permanente que exigen este tipo de partidos. El mediocampo, pulmón de un equipo, sufrió una barbaridad para sostener el encuentro, no está para presionar, achicar y atacar, y fue totalmente vulnerable.
Aunque lo peor es la falta de autocrítica de alguno de sus integrantes (“no sé que partido vieron ustedes los periodistas… jugamos bien), que al final partido estaban convencidos de haber jugado un buen compromiso.
En realidad, el partido que vimos nos dejó la imagen de un Blooming demasiado largo, con muchos espacios sin llenar por una cuestión de disposición táctica; delanteros poco asistidos y una defensa demasiado expuesta por la falta de contención en el medio.
También observamos que Copo Andrada prefirió modificar el andamiaje ofensivo incluyendo al español Koke (mostró algo de sus buenos antecedentes y kilos demás), el repatriado Ángel Cuéllar (vivió unos años en España) y Miguel Loaiza, en lugar de apuntalar el mediocampo, que era una especie de colador.
Lo hecho por el golero Ruth, algunos buenos momentos de un recuperado Joselito Vaca y el criterio de Sandoval, no alcanzaron para rendir como un equipo sólido, competitivo, a la altura de las circunstancias.
Blooming pudo empatar, es cierto, contó con un par de ocasiones, pero también es verdad que pudo haber perdido por una mayor diferencia de goles.
Lo mejor de Blooming fue su gente, que otra vez le pone el hombro en su momento más difícil. Ahora falta que el director técnico y los jugadores respondan a esa fidelidad. Anoche quedaron en deuda.
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