lunes, 25 de abril de 2011

¿RENDIRME YO?

Blooming no se rinde. Aferrado a su amor propio, sacó a relucir todo lo que tiene en cuanto a argumentos futbolísticos y reservas anímicas, le ganó el clásico a Oriente y se metió en el grupo que pelea por el título.
La Academia ganó porque no se dio por vencida en ningún momento, remontó un marcador adverso, disimuló la inferioridad númerica, soportó el asedio final y obtuvo un triunfo vital en un momento decisivo del certamen liguero.
Oriente contó con momentos favorables que no supo aprovechar. Empezó ganando temprano con gol de Mauricio Saucedo, el goleador accidental que no termina de disimular la falta de un artillero de área, y, posteriormente, quedó con tres jugadores más ante las bajas sufridas por su enemigo íntimo.
Pero, se sabe, Oriente no es el mismo equipo de la primera rueda, aquel que acaparaba elogios y dictaba cátedra de cómo jugar y hacer goles. No aprovechó los momentos favorables porque atraviesa una crisis anímica y futbolística, por eso careció de temple y juego para cortar su racha negativa.
Blooming, en cambio, no se cayó en la adversidad, remontó el marcador gracias al oportunismo de sus goleadores, de El Tanque Díaz y el flaco Boyero, verdugo refinero de vieja data; y soportó las tres bajas por expulsión (Gómez, Valdez y Chávez) en la recta final del encuentro, y la de Limberg Gutiérrez, clave en las pelotas detenidas, desgastado por la deslucida pero intensa brega.
El epílogo de esta nueva página de la historia de los clasicos tocó los egos, agrandó el de los celestes al vencer con solo ocho jugadores (superando el triunfo con nueve de hace unos años que guardan en el recuerdo como trofeo), y lastimó el de los albiverdes por haber caído con tres más en cancha.
Por eso, para Blooming fue una victoria épica, para Oriente una especie de tragedia griega.

* Foto diario El Deber.

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