jueves, 22 de octubre de 2009

EL SUEÑO DEL PIBE

Víctor Hugo Andrada es hoy un tipo realizado. Dirige a Blooming y lo sacó campeón. Cumplió el sueño del pibe, dirían en su Santa Fe natal, desde donde llegó a Bolivia, a mediados de los años 80, para afincarse para siempre.
No se van a equivocar conmigo, soy un hombre de la casa y sé muy bien lo que es Blooming, lo que quiere el hincha. Si vengo es para ser campeón, dijo Copo Andrada cuando los dirigentes de la Academia hicieron sondeos para que reemplace en el cargo al uruguayo Pablo Repetto.

Pimpo Bendeck impuso su condición de mandamás celeste y, contra viento y marea, lo contrató. El tiempo terminó dándole la razón a él y al propio Andrada. No se equivocó al elegirlo.

Copo, que en su momento logró llevar a la punta de la tabla al hoy descendido Nacional Potosí, algo así como encontrar agua en el desierto, tomó a un Blooming confundido, triste y desanimado, y lo convirtió en un equipo seguro de sí mismo, optimista y aguerrido, conocedor de sus virtudes y sus defectos.

Andrada hizo lo que debe hacer un entrenador y que no todos consiguen hacerlo. Sacó lo mejor de cada jugador. Él no eligió el plantel, sin embargo se mostró conforme con lo que recibía, no puso reparos, al contrario, llegó con un discurso motivador: "son todos unos fenómenos".

Su llegada fue un bálsamo para los jugadores. Lo aceptaron de entrada porque se convirtió en uno más del grupo. Se sintieron apoyados, respaldados, protegidos, mimados, y le respondieron con creces.

Este "su" Blooming no es fiel a la historia de los celestes, de la cual él formaba parte como jugador y, desde ayer, como entrenador. No es vistoso, que llene los ojos, pero no por ello deja de ser un campeón legítimo. Además, juga de acuerdo a las características de sus jugadores.

Seguramente Blooming jugará mejor el año que viene, quizá como él realmente quiere, porque podrá incorporar jugadores que ayuden a expresar lo que pretende de sus equipos en la cancha.
A algunos les podrá gustar más o menos como juegan sus equipos, pero nadie le puede discutir su éxito. Puede quedarse tranquilo, si al fin y al cabo cumplió el sueño del pibe y entró en la historia del club del cual es hincha.


* Foto Los Tiempos

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