lunes, 24 de agosto de 2009

¡POBRE ÁRBITRO!

Cuando hay un partido decisivo o un clásico, todos (hinchas, dirigentes, periodistas) coinciden en que debe arbitrar alguien con capacidad y experiencia. Los únicos que no piensan de esa manera son...quienes eligen las ternas arbitrales.
Los encargados de designar a los árbitros son especialistas en experimentar, en ir contra la corriente. Pareciera que les encanta estar en el ojo de la tormenta y poner en riesgo los partidos, eligiendo árbitros sin el rodaje ni la preparación necesaria.
Designar al beniano Alejandro Mancilla no fue la mejor decisión, porque es un árbitro que muestra demasiadas dudas al aplicar el Reglamento, y, en algunas ocasiones, deja la sensación de ¡no conocerlo a fondo!
Ayer cometió errores, aunque no fue el gran culpable de todo, como lo quieren hacer ver algunos.
Desde mi punto de vista, se equivocó al expulsar a Medina porque si bien el uruguayo le dio un empujón o manotazo a Jáuregui, no hubo sanción de la falta, y mostró la tarjeta en una acción posterior.

En cambio estuvo en lo correcto al sancionar un tiro de esquina cuando su juez de línea daba saque de arco para Oriente. Tiene toda la autoridad para rectificar un fallo de sus colaboradores, además que la pelota había sido despejada por el jugador albiverde.
Los inspectores de árbitros y algunos de sus colegas retirados, se llenan la boca criticando, sin embargo no hacen nada por ayudar a corregir y mejorar los arbitrajes. O sea, los "maestros" se la pasan criticando a los alumnos.
Lo primero que deberían hacer es informar quién está en condiciones de dirigir un partido de alto riesgo y quién no lo está. Si no lo hacen, no están cumpliendo correctamente su rol; si lo hacen y no les dan bola, quieren decir que están dibujados, por lo tanto, deberían renunciar; y si están de acuerdo con las nominaciones, es que no sirven para nada.
Ah! Los vi dirigir a ellos en otras épocas, y también se equivocaban bastante.

* Ilustración de Fontanarrosa tomada de efdeportes

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