El árbol no logra tapar el bosque. Bolivia está como el color de su camiseta, verde, muy verde. El empate ante Guatemala no está mal, pero no consiguió disimular las grandes falencias que tiene como equipo el seleccionado nacional.
Tuvo una leve mejoría en relación a la derrota frente a Panamá, es cierto, aunque sin llegar a conformar, porque volvió a mostrarse frágil en todos los sectores, insegura en defensa, débil en el mediocampo y sin volumen de juego en ataque.
Lo mejorcito del partido lo hizo tras el gol de Pedriel, que conectó con la cabezazo un buen centro de Campos. A partir de ese momento, el cradro nacional creció y se animó a atacar con mayor decisión.
Luis Gutiérrez fue lo más destacado de la Selección. Sólido en la marca, a diferencia del resto de sus compañeros de zaga. Cardozo volvió a cumplir una aceptable tarea. Galarza realizó buenas atajadas en el poco tiempo que estuvo en la cancha. Y Pedriel apareció en el momento y el sitio justo para el empate.
Robles realizó un aceptable trabajo, con mucho despliegue, en la contención, en tanto que Joselito Vaca y Jhasmani Campos cumplieron una regular actuación.
Raldes, Rodríguez y Rivero tuvieron una mejor noche que la del viernes, pero no les alcanzó para darle solidez a la defensa. Castillo no estuvo en una jornada afortunada y Flores fue otra vez uno de los puntos más flojos.
La selección está en plena construcción, por lo tanto, habrá que tener paciencia, tomando en cuenta que un buen equipo no se arma de la noche a la mañana, mucho más en un fútbol como el nuestro, con tantas carencias.
Los amistosos son importantes y necesarios para foguearse y crecer. Ayer, hubo un mínimo avance. A nada, algo es algo, como que un empate es mejor que una nueva derrota.
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