El 1963 no es un año cualquiera para el fútbol boliviano, al contrario, es una fecha especial que lo marcó para siempre, por haber obtenido el mayor logro de su historia y por el estilo de juego que lo llevó a la cima y le dio identidad un largo tiempo.
Bolivia conquistó aquel año el Campeonato Sudamericano con una manera de jugar que acabó siendo su distintivo durante un par de décadas, el de la mítica y siempre ponderada garra, pariente muy cercana del amor a la camiseta.
Por eso, aquel hecho histórico se recuerda siempre, especialmente cada marzo, mes en el que desarrolló el certamen y en el que se consagró campeón, venciendo a Brasil.
Por eso, aquel hecho histórico se recuerda siempre, especialmente cada marzo, mes en el que desarrolló el certamen y en el que se consagró campeón, venciendo a Brasil.
La impronta de ese estilo, consistente en surcar la cancha con el esfuerzo y regarla con sudor, era un patrimonio de aquel seleccionado, pero ante todo de su capitán, Wilfredo Camacho, centre half , volante de contención de temperamento y personalidad, de gran influencia sobre el resto del plantel.
Camacho, según testigos de la época, personificaba al futbolísta ideal de los bolivianos en aquellos tiempos, por su entrega, valentía, mentalidad ganadora y fortaleza física. No se achicaba ni se daba por vencido nunca.Un hecho del partido con Argentina pinta de cuerpo entero al capitán boliviano: El Gato Andrada desvió al córner un penal a Max Ramírez en el minuto 86, con el partido 2 a 2. Mientras todos se lamentaban, Camacho estuvo atento al tiro de esquina de Fortunato Castillo y anotó el 3-2 con un potente cabezazo, dándole la posibilidad a Bolivia de definir el título con Brasil.
Bolivia tenía grandes jugadores en sus filas, como Ramiro Blacut, elegido el mejor del Sudamericano; el Maestro Ugarte, el chaqueño Fortunato Castillo, los cochabambinos Tutula Alcócer y Ausberto García, sin embargo, al equipo lo distinguió la garra, su fe inclaudicable, que lo ayudaron a imponerse a los más fuertes.
Después del ´63, se empezó a añorar "la garra camachista" o "el fútbol camachista". Cada vez que a la Selección nacional le iba mal, los diarios hacían notar que faltaba la impronta camachista, la famosa garra, el amor a la camiseta.
Este argumento se convirtió en un lugar común en los diarios y programas radiales, incluso en los primeros años de la televisión boliviana, pero se fue diluyendo de a poco, cuando el fútbol boliviano empezó a cambiar, a tornarse más técnico, con la aparición de futbolistas, en especial cruceños y chaqueños, de gran calidad.
Los Messa, Limberg Cabrera, Aragonés, Chichi Romero, Góngora, Taborga, Chocolatín Castillo, Etcheverry, Milton Melgar, Erwin Sánchez, Baldivieso, entre otros, obligaron a un cambio de estilo, que aún no termina de imponerse.
Entonces, el "fútbol camachista" era un sello distintivo en una época en que el fútbol no se aferraba tanto a las tácticas ni a las estrategias, en el que la garra era un valor imprescindible, y muchas veces suficiente, para aspirar a la victoria.
La Selección del ´63 nos dejó un título y ese legado futbolístico, que la convierten en inolvidable.
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