La Selección boliviana del 94 convoca multitudes. Cada presentación suya para recaudar fondos destinados a los damnificados de los desastres naturales que azotan al país, convoca a miles de personas.
El equipo de los ex mundialistas se ha convertido en un fenómeno llamativo por la reacción que provoca en el público, que acudió con gran entusiasmo a las citas solidarias que se llevaron a cabo en La Paz, Oruro y Cochabamba, en las últimas semanas.
La solidaridad de la gente llenó los estadios de las tres ciudades y convirtió los partidos en fiestas populares, en las que se evidencia el cariño y el agradecimiento a quienes les brindaron una de las más grandes alegrías en el fútbol, clasificando a Bolivia al Mundial de Estados Unidos, en 1994.
El Diablo Etcheverry, El Loco Trucco, Milton Melgar, Platiní Sánchez, Ramallo, Pichicho Borja, Sandy y compañía, están viviendo, seguramente, una nueva luna de miel futbolística, a unos cuantos años de su retiro, gracias al cariño que les brinda el público como en sus mejores tiempos.
Todos los gestos cariñosos, emotivos, solidarios, tienen que ver, creo, con la nostalgia que habita en el boliviano, con la añoranza de los éxitos conseguidos por este grupo de futbolistas, comandados por el vasco Xabier Azkargorta.
Después de aquella histórica participación, Bolivia comenzó un declive que hoy la tiene nuevamente, como en viejas épocas, entre las peores del continente, con un estigma de equipo perdedor que hace trizas la autoestima futbolera nacional y que a la vez provoca desconfianza y un distanciamiento entre el hincha y la selección.Ahí, en el recordado éxito, radica este romance entre el público y el viejo seleccionado. Por eso la gente acude en masa a los estadios y los llena de cariño y nostalgia.
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