Blooming cambió el semblante al vencer a Guabirá. Pasó de las caras largas provocadas por esos días de perros que nunca faltan en el fútbol, a los rostros sonrientes producto de mejores días que tienen que ver con buenos resultados.
Además, nunca faltan días de suerte. O si no, que lo diga Oscar Díaz, que se reencontró con el gol apelando a su oportunismo y también con la ayuda de la diosa fortuna, cuando Blooming más lo necesitaba, en el torneo y en el partido.
También la tuvo el debutante DT celeste Teté Quiroz, y lo mismo el repatriado Limberg Gutiérrez, que en la primera que tuvo le puso una pelota en la cabeza al paraguayo Ortiz para que abriera el marcador en un partido bravo, difícil.
De esa manera la Academia le echó una baldazo de agua fría a una Caldera del Diablo que hervía con el entusiasmo de los montereños, orgullosos con la etiqueta de equipo invencible en su reducto, que lucía Guabirá, e ilusionados con sumar un nuevo triunfo a la racha victoriosa de quince partidos.
Blooming trató de ser ordenado, intentó controlar la pelota y atacar con decisión. El primer objetivo lo cumplió; el segundo, a medias, por la imprecisón de sus jugadores y el pésimo estado de la cancha; y el tercero lo llevó a cabo unas cuantas veces, aunque lo suficiente para liquidar el pleito (el segundo gol fue una gran jugada de contragolpe).
Guabirá mostró mucho entusiasmo pero pocas ideas para llegar al gol, además se encontró siempre con un arquero Galarza, atento, sólido y bien ubicado, que mantuvo el arco celeste en cero.
Blooming sigue siendo desprolijo e impreciso. Y si bien es cierto que el resutado es importante, también lo es la manera en que se lo consigue. Por lo tanto, Teté Quiroz tiene trabajo por delante.* Foto diario El Día.
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