viernes, 20 de mayo de 2011

DEJARON TODO Y SE LLEVARON POCO

Bolívar y Oriente jugaron su final aparte. El partido tuvo esa característica, la de un encuentro decisivo, al todo o nada, por eso dejaron "todo" en la cancha, hasta el último aliento, en procura de un triunfo que, finalmente, no consiguieron.
El empate no era el mejor resultado para ninguno de los dos porque no les permitía acceder a la punta de la tabla de posiciones, sin embargo, no les quedó más remedio que conformarse con un punto para cada uno porque no lograron marcar la diferencia a su favor.
Etulaín, el arquero uruguayo de Oriente, fue la figura del partido, es verdad, salvó a su equipo varias veces. Sin embargo, los albiverdes contaron con inmejorables oportunidades de gol que no supieron aprovechar. Por lo tanto, el triunfo y la derrota, vaya paradoja, estuvieron al alcance de la mano de ambos.
A Oriente se lo vio mejor armado como equipo, un poco más cauteloso que de costumbre por el hecho de ser visitante y, sobre todo, por jugar en La Paz, pero sin perder de vista la posibilidad de llegar al arco contrario, aprovechando la velocidad y habilidad de sus volantes ofensivos y atacantes.
Bolívar salió impetuoso a buscar el triunfo, aunque un tanto ofuscado, como de costumbre, con la velocidad y habilidad de Lizio como principal argumento, aunque el argentino fue un solitario en su afán ofensivo ante el pobre nivel de juego del uruguayo Ferreira y del brasileño Zé Carlos.
Oriente golpeó de entrada en el segundo tiempo, con el gol de Peña. A partir de ese momento, tuvo el partido a disposición, con espacios para contragolpear, ante un Bolívar descontrolado, al borde del nocaut.
Ángel Guillermo Hoyos se desesperó y desarmó a su equipo con cambios de urgencia: sacó al arquero Argüello (lo sustituyó el juvenil Quiñonez) para incluir otro extranjero, Da Rosa (naturalizado, en realidad, que reemplazó al lateral Eguino), al que no tuvo en cuenta casi nunca en la temporada, en el afán de darle potencial ofensivo.
Oriente no supo aprovechar su momento ni el desgaste de un Bolívar que, a pesar de caerse a pedazos, sin resto físico, llegó al empate gracias al empuje de su mejor jugador, Damián Lizio. Para colmo de males, el árbitro le anuló un gol válido. 
Ambos estuvieron cerca del triunfo, pero se quedaron con las ganas.

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