lunes, 7 de febrero de 2011

BOTERO LE ARMÓ LA GORDA

Joaquín Botero, goleador de oficio, pintor ocasional de afición... Ayer, enfundado en la casaca de San José, le pintó la cara a Bolívar.
Aprovechando el apellido, se prestó, imaginariamente, el pincel del otro Botero, de Fernando, el famoso pintor, escultor y dibujante colombiano, para dibujarles una sonrisa a los hinchas orureños y una expresión de tristeza a los celestes.
El Botero paceño, nacido hace 33 años en El Dorado, provincia Iturralde, repatriado de esa especie de exilio que representaron para él, seguramente, el Al Arabi kuwaití y el Henen Construction chino, regresó con todo, demostrando que está intacto, igual que antes, y que la máxima expresión de su arte es el gol.
El sorpresivo gol del brasileño Zé Carlos que puso en ventaja a un entusiasta Bolívar hacía presagiar lo peor.  Pero apareció el goleador para cambiar la historia a punta de oficio y talento. Primero, le bajó una pelota a Luis Carlos para el empate. Acto seguido, convirtió en gol un pelotazo que parecía de los zagueros celestes, definiendo con una tranquilidad pasmosa.
Por último, Botero al fin, agarró el pincel y dibujó un gol para estremecer a una hinchada que disfrutaba de la victoria. Arrancó en diagonal, con su velocidad natural, se sacó la marca con un sombrero y, cuando salió el arquero a apurarlo, colocó la pelota en un rincón. Una pintura de gol.
Así, de esa manera, le dibujó la primera gran sonrisa a la gente de San José y le armó la gorda a un Bolívar que quedó al margen de la Copa Libertadores hace unos días y volvió a mostror muy poco como equipo.
A partir de este domingo último, para los orureños es el Botero más famoso. No es para menos, si les alegró la vida de un momento a otro, cuando parecía el castillo de ilusiones armado a principios de esta temprada con la llegada de muchos refuerzos, parecía venrse abajo.


*Ilustración: cuadro "bailarines", de Fernando Botero.

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