En el fútbol hay cada vez menos paciencia y más exigencia a la hora de los resultados. Los entrenadores son, por lo general, las víctimas si las cosas no salen bien porque terminan despedidos tras unas cuantas derrotas. Algunos, asumiendo las reglas del exitismo imperante, se van solos, por decisión propia.
Bolivia no es una excepción. El mal comienzo de Real Mamoré provocó la renuncia del entrenador Domingo Sánchez. El argentino decidió dejar el equipo beniano luego de la derrota ante Real Potosí, en Trinidad, tercera al hilo en tres fechas.
La dirigencia del cuadro beniano aceptó la dimisión de Sánchez y concretó el retorno de otro argentino para reemplazarlo, Sergio Oscar Luna, quien ocupó el cargo la temporada pasada.
Luna, destacado ex mediocampista ofensivo de San Lorenzo de Almagro que sobresalió en Wilstermann y The Strongest, dirigirá por tercera vez en el país. Su primera experiencia fue en The Strongest, luego trabajó en Real Mamoré.
Esta vorágine resultadista en la que impera en el fútbol pone en la cuerda floja a cualquiera con un par de resultados adversos. el fin de semana se salvaron Manolo Núñez, a costa de Sánchez, y Chacior, luego de los sendos triunfos de Real Potosí y Universitario.
La impaciencia es tal que algunos hinchas le pedían el domingo al argentino Guillermo Hoyos que deje Bolívar porque no juega bien en el torneo liguero y no gana en la Copa Libertadores.
Otros, en Oruro, critican la labor de Copo Andrada porque San José no funciona como una máquina, sin darse cuenta que el fútbol no es tan fácil como vender ropa usada.
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