El Oriente de Pablo Sánchez sigue estando verde. No madura. Es un equipo de intermitencias que lo convierten en imprevisible, de reacciones inesperadas, que en un momento parece despegar y a los pocos minutos se estrella en sus confusiones.
Ayer volvió a ganar sin convencer a una hinchada que cada vez le tiene menos paciencia a Vitamina Sánchez, quien a su vez perdió la tranquilidad habitual ante las voces de protesta que bajaban de la tribuna y respondió los insultos. Y cuando el conductor se pone nervioso, pierde la calma, es para preocuparse. Oriente sigue en crisis y cada vez hay más elementos que la ahondan.
El técnico cambia de esquema y no logra que el equipo juegue bien, recibe críticas por el sistema táctico y la elección de algunos jugadores, por ejemplo que jueguen dos atacantes "por afuera" (Arce y Peña) y deje en el banco a tres delanteros de área (Cuéllar, Castillo y Coimbra), y, por último, el rendimiento de piezas clave no lo ayudan a encontrar una fisonomía definida.
Algunos hinchas consideran que su equipo tiene jugadores como para lograr una estética futbolística más agradable a la vista y, por lo tanto, ganar jugando de otra manera a como lo está haciendo en la actualidad.
Quedó demostrado, una vez más, que en el fútbol ganar es el objetivo principal, pero no es lo único que importa, también interesa cómo se consiguen las metas, en concreto, cómo se juega. Se aceptan un par de victorias sin jugar bien, luego llega el tedio, la insatisfacción, la decepción y la desilusión por la tarea mal hecha.
La victoria ajustada ante Wilstermann no ayudó a disipar los nubarrones de crisis que se avecinaban al campamento albiverde, al contrario oscurecieron un poco más el horizonte y la paz total parece un tanto lejana. Está claro que con un triunfo no basta, tendrán que llegar en cadena para que el ánimo cambie.
* Foto Los Tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario