Fernando Signorini, preparador físico de Diego Maradona en su momento y hoy encargado de esa tarea en la Selección argentina, sacó el manual de excusas para encubrir su falta de previsión al no considerar aspectos físicos para jugar en La Paz, y optó por decir alegremente que "algún día alguien puede llegar a morir en la altura".
No soy un defensor a ultranza de la altura, al contrario, reconozco las dificultades que presenta a quienes van del llano a jugar a más de 3.00 metros, por lo tanto considero que no es lo mismo hacerlo en La Paz que en Santa Cruz. Viví seis años en la sede de Gobierno, cuando estudiaba Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica Boliviana, sé de lo que hablo.
Sin embargo, creo que Signorini simplemente termina haciendo ver su imperdonable omisión matizada por una subestimación que raya en la irresponsabilidad, tratándose de un profesional que tendría que estar en todos los detalles en cuanto a cuestiones del estado físico y atlético de sus jugadores se refiere. Argentina (Signorini) no tomó recaudos y terminó humillada.
Cuando el preparador físico señala que en "la entrada en calor, algunos de los chicos me decía 'profe', no me puede recuperar", revela que no les hizo ninguna prueba o test a los jugadores para saber cómo reaccionaba cada uno de ellos a la deuda de oxígeno o a otro tipo de problemas que se presentan cuando se juega en la altura.
Tratándose de Argentina, una selección de élite conformada por una constelación de estrellas, lo de Signorini es una omisión imperdonable y un lloriqueo ridículo.
* Foto AP
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