jueves, 2 de abril de 2009

NO LLORES POR MÍ ARGENTINA

Bolivia, aquella selección que vale unos cuantos pesos, con escasos lauros, que seguramente no asistirá al Mundial de Sudáfrica, que está penúltima en las eliminatorias, infligió la goleada más dolorosa de su historia a la Argentina, aquel seleccionado con un palmarés envidiable, que tiene un valor de cientos de millones de euros, que seguramente estará la Copa del Mundo del 2010 y que está metida en el lote que encabeza la tabla de posiciones de la serie sudamericana.
Así (de lindo) es el fútbol, muchas veces impredecible, donde la lógica no siempre tiene cabida porque el pobre le puede ganar al rico, el débil al fuerte repitiendo la historia bíblica de David y Goliat, y el humilde al vanidoso.
Esa Bolivia bajó de las nubes a la Argentina y la hizo sentir más terrenal y avergonzada que nunca, a punta de goles, con un Botero infalible, un Martins peligroso y generoso, un Nacho García incansable, acompañados por una corte de entusiastas y voluntariosos compañeros que terminaron jugando a placer.

El estadio Hernando Siles vivió una de las jornadas más memorables del fútbol boliviano, uno de los triunfos que mejor le sentaron al ego nacional, tan vapuleado por la seguidilla de sinsabores a lo largo de la historia futbolera que arrancó, más o menos en serio, allá 1925. Nadie creía en esta Selección porque había hecho "méritos" para ello, con actuaciones desastrosas como ante México y lamentables como frente a Colombia, pero el fútbol es así, como decíamos, una caja de sorpresas que tiene cosas inesperadas, a veces inexplicables, que te brinda revancha.

* Foto Sportsya.com

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