martes, 17 de marzo de 2009

POLÉMICA ARBITRAL

Los árbitros, siempre los árbitros. El fin de semana hubo tres arbitrajes polémicos, dos que pudimos ver completos y otro del cual sólo vimos los resúmenes de televisión. Uno en Oruro, entre Blooming y San José, con una actuación permisiva y localista del chuquisaqueño José Jordán.
Permitió el juego brusco, malintencionado, de los zagueros orureños. A raíz de ello, Sabja salió lesionado en el primer cuarto de hora del encuentro.

Otro en Santa Cruz, en el cotejo disputado por Oriente Petrolero y The Strongest. Se considera malo el arbitraje del cochabambino Iván Gamboa por convalidar un gol con la mano del paraguayo Cuéllar, que encaminó el triunfo albiverde.
Sin embargo, no comparto las críticas. Esta vez, "Iván el terrible" no es responsable de la desgracia del "Tigre" porque no vio la jugada porque el delantero albiverde le daba la espalda. El "culpable" en todo caso es el juez de línea, ya que estaba bien ubicado y no se percató de la acción dolosa de Cuéllar. Gamboa miró a su colaborador antes de tomar una decisión, y como éste corrió hacia el centro de la cancha, convalidó el tanto.
El último caso se dio en Cochabamba, en el partido entre Wilstermann y Universitario. El árbitro Joaquín Antequera recibió una patada del paraguayo Francisco Esteche tras ser amonestado. Parecía una acción normal y de pronto el futbolista reaccionó agrediendo a Antequera.
No se pone en duda la dura sanción que se le viene al futbolista. Sin embargo, uno se pregunta ¿Qué pasó entre ambos? ¿El árbitro provocó al jugador? ¿Por qué reaccionó de esa manera?
La curiosidad crece si uno toma en cuenta que Antequera ya fue protagonista, como víctima, de otro hecho similar con el argentino Maximiliano Blanco. Aquella vez, el árbitro indicó en su informe que el defensor de Blooming le había dado una patada. El jugador lo negó siempre, y las imágenes no son claras.
En el tema de los árbitros, cada vez estoy más convencido que no hay un solo problema a tratar, porque hay quienes no tienen personalidad para aplicar el reglamento en cualquier cancha, otros que no conocen a fondo las reglas, están aquellos que les falta tacto o sicología para manejar las distintas situaciones de un partido, que por querer demostrar autoridad terminan siendo prepotentes, y también quienes tampoco están en condiciones físicas para seguir de cerca las acciones.
Para mi, el proceso de selección tiene que ser más riguroso y la preparación más exigente. Pareciera que cualquiera puede ser árbitro, y no es así. Todos podrán aprender, pero no todos tienen la personalidad suficiente para dirigir en el fútbol profesional.

* Ilustración tomada de efdeportes

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