Me detengo en la actuación de The Strongest. La verdad es que esta es otra (y van...) de las versiones más pobres del equipo gualdinegro en los últimos años. No tiene nada que hacer con los cuadros atigrados de otras épocas.
Este The Strongest, agobiado en este momento con el promedio del descenso -está último en la tabla de promedios- es un equipo tibio, sin convicción futbolística, que no muestra una idea definida de juego. Cuenta con jugadores que no tienen nada que ver con la tradición aurinegra como Merlo, apático; otros que cumplieron su ciclo, como Arévalo, sin recursos ni presencia en medio; y algunos que están lejos de ser un aporte, como Vásquez, que no participa en los circuitos del juego (¿cómo lleva tres goles?).
Para mi, además de un plan (¡urgente!), necesita a Coelho más arriba -en el medio, no atrás- para darle control de la pelota, a Limberg Gutiérrez más participativo (merodeando el área grande), a Colque más comprometido con el juego y, por lo menos, un zaguero central con oficio.
Ayer tuvo situaciones en contra (gol con la mano, la lesión de Vaca y la expulsión de Grosso) y hasta pudo empatar (Oriente no es un dechado de virtudes), sin embargo, creo que no alcanza como excusa. Dejó una imagen muy opaca, deslucida, pobre.
Ay, Tigre, quién te viera y quién te ve. Qué lejos de esos equipos antipáticos, odiosos, pero temibles, con Galarza en el arco, Iriondo, Fontana, Concha, y Juan Peña; Angulo, Telmo Paredes y el gran Ovidio Messa; el Zorro Bastida, Lattini y Cañelas. Metían y jugaban como pocos. Son otros tiempos, es verdad, pero lo triste es que ha perdido su esencia.
* Foto El Deber
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