Antes había pica, hoy ya no. El duelo futbolero entre Bolivia y Chile generaba algo especial por el histórico conflicto marítimo entre los dos países. De un tiempo a esta parte, cada cosa ocupó su lugar, como debe ser, y este partido que se reedita de tanto en tanto, es solamente eso, un encuentro de fútbol. Recuerdo al hasta hace poco gran goleador Iván Zamorano caminando por el paseo El Prado de La Paz con una banderita boliviana en la mano, horas antes del cotejo eliminatorio para Francia 98. Fue un gesto inteligente, oportuno, enaltecedor y civilizado, de gran valor, que aplacó la efervescencia negativa de algunos exaltados, puso paños fríos y ayudó sobremanera a pacificar el duelo, a devolverlo a su cauce deportivo. Creo que a partir de ahí este partido representa una rivalidad sólo deportiva en nuestro país. Hoy se espera sin ilusión y con pesimismo el cotejo de mañana, por culpa de la pobre presentación del seleccionado boliviano ante su similar venezolano.El equipo chileno, dirigido por el argentino Marcelo Bielsa, es la revelación de las eliminatorias, juega muy bien, está en un momento inmejorable desde el punto de vista anímico, por ende es el claro favorito.
Bolivia tiene poco para ofrecer y lo único que le queda es aferrarse a lo que hizo hace un par de meses ante Brasil, de visitante, cuando logró un sorpresivo empate jugando un buen encuentro.
* Foto oleole.fr
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