A seguir trabajando, dirán algunos. Casi un lugar común cada vez que se pierde. El problema es que el trabajo casi no rinde frutos en la Selección de Bolivia, a diferencia, por ejemplo, de lo que ocurre en la de Chile.
El seleccionado boliviano continúa con sus viejos males cada vez que sale a la cancha. No hablo de "la estructura del fútbol boliviano", me refiero, concretamente, a lo que ocurre en 90 minutos, porque cuando se gana nadie se acuerda de "la estructura" y cuando se pierde, sí, la culpa la tiene "la estructura".
La mentalidad y los planteamientos no tienen nada que ver con la famosa "estructura". Chile sale a ganar en todos lados, a diferencia de otras épocas, y esto tiene que ver con Marcelo Bielsa, su entrenador, con su manera de entender el fútbol, sin mezquindades ni especulaciones. No necesita de consagrados ni de grandes estrellas para intentarlo, simplemente utiliza jugadores de las características que requiere y los mentaliza para jugar de la manera que pretende.
Bolivia sigue saliendo a defenderse con la mayor cantidad de gente posible en cualquier cancha cuando juega de visitante y sale a atacar a lo loco en condición de local. Lo hizo antes y lo hace ahora; en realidad, lo hizo siempre.
Es una selección débil entre las débiles que se hace un poco más fuerte ante las fuertes. Esto tiene que ver con la motivación, y como se repite una y otra vez, quiere decir que no se atiende el problema como debería ser.
El "trabajar" de la misma manera para que nada cambie, no tiene sentido. Por como van las cosas, es necesario modificar el tipo de trabajo porque no está dando frutos, además, habría que preocuparse por tratar que las horas de trabajo tengan un mejor aprovechamiento.
Lo de Argentina fue un accidente, lo de Venezuela una sorpresa y lo de Chile una realidad. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, dice Serrat en una de sus canciones. Y parece que es cierto.
* Foto sportsya.com
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